martes, 4 de febrero de 2014

Rafael Corzo, más allá de los reflectores


Poco después de las 7:30 de la noche del viernes 31 de enero, el pintor Rafael Corzo se retiraba del área de exposiciones temporales del Centro Cultural “Jaime Sabines”. Tal parecía que el evento se canceló de última hora, puesto que al interior del sitio habían, sí, tres personas que preguntaban por una exposición alterna a la de Corzo ("El docente y su mirada", inaugurada ese mismo día en la mañana).

Una casualidad del destino me llevó a toparme con el artista. La pregunta fue: “¿Qué sucedió? ¿Se canceló la expo?”, a lo que él contestó: “No, para nada, el corte de listón fue hace unos minutos”. Sólo llegaron las autoridades del Centro para hacer el respectivo corte de listón. Ejecutaron el protocolo y se retiraron, quizá estrecharon la mano del pintor afable e institucionalmente.

A pesar de la soledad del recinto asignado para la muestra gráfica “La cultura en la pintura” (de lo cual no podemos culpa al artista, sino a las autoridades que no hicieron bien su trabajo de difusión), Rafael Corzo sugirió, más que una entrevista, una charla sobre la serie producto de varios meses de trabajo, la cual tuvo como sede el recinto cultural capitalino. “Le voy a explicar cómo está la muestra”, dijo, y nos adentramos a la galería. 


Mosaico de visiones 
“La cultura en la pintura” es una serie gráfica ejecutada en acrílico sobre cartón. Rafael Corzo comenta, en lo que fue (sin desearlo) un recorrido exclusivo en torno a los trabajos, que las piezas fueron elaboradas a lo largo del 2013. En ella decidió plasmar diversas inquietudes y lecturas, así como imágenes propias de su memoria, que de alguna u otra forma son parte clave de su personalidad. En las imágenes podemos observar un retrato del escritor ruso Leon Tolstoi (1828-1910), en su finca de Yásnaya Polaina. También una escena del revolucionario argentino Ernesto “Che” Guevara (1928-1967), que recrea la vida a salto de mata que el artífice de la Revolución Cubana llevó en Bolivia, poco antes de ser asesinado por esbirros de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés).

Pero también hay pinturas que recrean instantes de la vida en el campo, donde la muerte es un común denominador. El campo que es también el reino de los insectos, los cuales a su consideración son los seres “más perfectos de la naturaleza, son los más fuertes. Están hechos para tareas muy específicas y por ello son tan admirables”.

Al centro de la muestra, que permanecerá en este espacio cultural durante las primeras semanas de febrero, aparece un autorretrato de Rafael Corzo vestido como pirata. La escena es la siguiente: Rafael-pirata tiene abrazada, a su costado derecho, a una exuberante joven que grita por el riesgo de estar en alta mar; el barco, maniobrado por un marinero, es dirigido por el capitán Rafael. ¿Por qué se autorretrató así? Se le cuestionó. “Es una de las muchas formas de representarme. Tengo muchas maneras de representarme a mí mismo”, respondió escuetamente, tal como lo hizo con las preguntas que se le iban formulando.

De pronto, a la galería entró una señora que, sorprendida por el talento del artista, soltó un “qué bonitas obras”, a lo que el artista agradeció con una llana cortesía. “Están muy padres”, dijo; se retiró haciendo un gesto de aprobación y elevando el pulgar de la mano izquierda, emulando el harto reconocido “Like” de Facebook.

Minutos después de emprender la travesía, el artista se despidió pues alguien lo esperaba en la cafetería que está a un costado del Centro cultural. Pidió que le guardara un ejemplar lo que se publicara. “Guárdamelo y te llevo el dinero”, sonrió. Eran cerca de las 8 de la noche. Comenzaban a retirarse algunas personas que bajaron de la biblioteca. Poco a poco este espacio cultural se iba quedando más solo de lo que ya estaba.

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