lunes, 7 de octubre de 2013

¿Quién le sonríe al viejo “Emilio”?


El manejo mediático permite enfocar solo ciertas partes de una realidad determinada. Para muestra un botón: la portada dedicada recientemente a Silvya Arely Díaz Santiago, actual directora del Teatro de la Ciudad "Emilio Rabasa", mostrando la valía de su sonrisa Colgate, un brillante collar con fino acabado y un pronunciado escote que permite observar que su nacarada piel es más vistosa que el ajustado vestido que porta.

La luz que al fondo brilla como parte del montaje para la sesión, permite a los admiradores de la belleza de la directora observar el tono tan particular de su cabello. Señores: la imagen del Teatro de la Ciudad está más que salvada.


Pero a Silvya Arely la supera la realidad: fue abandonada en un barco del que hasta las ratas escaparon. Más que un secreto a voces, las condiciones del Teatro "Emilio Rabasa" salen a relucir cotidianamente para quienes han visitado las instalaciones de este histórico inmueble chiapaneco. Revientan como las cloacas de Tuxtla de los Conejos. Sólo pedazos de teatro son los que reciben a los ciudadanos cada que hay una obra o concierto. En tales condiciones, es imposible permitir que los ciudadanos comunes y corrientes se percaten de ello.

Imagen del interior de la Galería "Luis Alaminos Guerrero", en 
el Teatro de la Ciudad. La alfombra muestra
 la humedad de las goteras presentes en el techo.
Espera quizá, la “salvación” del director general del Coneculta-Chiapas, Juan Carlos Cal y Mayor, que desea que le caigan los recursos federales como "agua de mayo", aunque estemos a principios de octubre.

(Entonces, cuando veamos la remodelación del Teatro, ella brillará aún con más fuerza que en la edición que este día nos regala.)

Goteras en diversas partes del lugar, los mingitorios cubiertos con plástico negro (para agudizar la grotesca escena), entre otras cosillas no menos agradables que permiten saber que al viejo "Emilio", le están dando una buena ayudada para que termine de morirse.

Pero no. En esta ocasión no importa que el Teatro esté a punto de derrumbarse, sino proyectar la imagen de su directora, la "guapa emprendedora".

La portada es el llamado de la galería de una decena de imágenes donde se proyecta a la timonel del teatro, demostrando (vaya, vaya) que además de venir de "buena familia", es una mujer con "todas las de la ley" para poder dirigir este emblemático espacio.

Ella es un ejemplo más de que este es el sexenio de la imagen.

Los mingitorios, fuera de servicio.
Quizá la foto más representativa de la sesión sea la de Silvya (cuya "chiapanequez" es demostrable; en nuestro estado "las mujeres triunfan a base (sic) de lucha constante), sentada en las butacas vacías del Emilio. Butacas que lucen vacías casi siempre, porque si bien hay presupuestos para difundir a personalidades de nuestra "alta política" aldeana, no hay presupuesto para difundir actividades culturales como las que, por cierto, promueve el teatro.

No es falso el hecho de que la "sociedad" chiapaneca se da sus vueltas por el teatro con más frecuencia que en otras ocasiones, gracias, por supuesto, a la labor de Silvya, quien es reconocida como una afamada socialité.


Y así, mientras el Teatro Emilio Rabasa exhibe sus heridas no cicatrizadas ante el mundo (ante quien las quiera ver), Silvya Arely da a conocer ante la aldea que Chiapas se distingue, eso sí, por tener mujeres bellas en su tierra.

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